La mujer y sus movimientos o acciones se presentan de diferentes formas y producen diferentes sensaciones y posturas en quienes la miran. Ella se moviliza, fundamentalmente, en torno al pan de cada día. Si no cuenta con los insumos, es deber de ella conseguirlos a como dé lugar. Solo una vez que tenga los panes, tendrá también tiempo y ganas de pensar en otro asunto. Conseguir el pan es urgencia de cada día que a ella no le da respiro para levantar la cabeza y descubrir que a su alrededor existen múltiples conductos obstruidos y que debe atenderlos en función a satisfacer sus mismas necesidades urgentes, incluso todas sus necesidades.
Pero ¿cómo ser tan exigente con la mujer campesina y humilde?, ¿cómo a su ya larga y pesada lista de deberes cargar el deber de participar? Entendiendo participar como sinónimo de decidir e incidir en las políticas públicas, y no como mera presencia o firma de planillas de asistencia.
La pobreza que afecta al Paraguay obliga a emplear el máximo esfuerzo por conseguir lo mínimo, a entregarse por un poco que excluye la participación real, incluyente y representativa.
A la mayoría de la mujer adulta responsable de su condición de madre o esposa, la pobreza la tiene agobiada. ¿Acaso es posible priorizar las reivindicaciones de participación a la exigencia de conseguir agua para la casa, o emplearse en casas ajenas para conseguir el alimento cotidiano?
Además, la pobreza causa el desconocimiento o el olvido del derecho y deber de participar. Manda entender que participar es perder tiempo en asuntos superfluos o que la participación de uno o una no suma, ni su ausencia resta.
Son alentadoras las iniciativas que mueven a las mujeres. Sin embargo, aún son insuficientes, pareciera que no encuentran los canales para fluir como raudales con todo su ser, mirada, pensamiento, proyecto.
En el plano político, hasta hoy, en el Chaco la participación de las mujeres como electoras no es tenida en cuenta, tampoco como destinataria de un plan de gobierno. Como candidatas, su presencia se ajustaría más a la cooperación para mejorar la imagen de un grupo político que a la representatividad femenina.
Las figuras de las mujeres en el presente proceso electoral no surgen en el seno de ellas.
No es cuestión de ignorar la lucha femenina y sus frutos positivos, ni los múltiples intentos que no prosperan. Ni se trata de maquillar positiva ni negativamente.
No es posible decir que hay una participación femenina en los procesos electorales mirando la inmensidad del Chaco paraguayo con sus mujeres atrapadas en las necesidades y tareas cotidianas. Mujeres que solo pondrán un alto a su cotidianeidad para depositar sus votos a ciegas, marcando al azar.
Autor del artículo: Sara Mariza Fischer Martínez Chaco
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