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28 de abril de 2011
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Informe de la unesco 2011
“Una crisis encubierta: conflictos armados y educación”
Los conflictos armados privan a 28 millones de niños de la posibilidad de instruirse y los exponen al riesgo de ser víctimas de violaciones y otros abusos sexuales, al tiempo que propician ataques contra las escuelas y atentados contra los derechos humanos, según el Informe de Seguimiento de la Educación para Todos en el Mundo 2011 editado por la UNESCO.
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En ese informe, titulado Una crisis encubierta: conflictos armados y educación, se advierte que el mundo no va por buen camino para lograr en 2015 los seis objetivos de la Educación para Todos suscritos por 160 países en Dakar el año 2000. Aunque se han logrado progresos considerables en muchos ámbitos, se distará mucho de alcanzar la mayoría de los objetivos, especialmente en regiones en conflicto.

“Los conflictos armados –dice la Directora General de la UNESCO, Irina Bokova– siguen representando un importante obstáculo para el desarrollo humano en muchas partes del mundo. Este revelador informe expone la magnitud de esta crisis encubierta y sus causas subyacentes, y al mismo tiempo presenta propuestas argumentadas para efectuar los cambios necesarios”.

Las conclusiones del informe están respaldadas por cuatro premios Nobel: Oscar Arias Sánchez (Costa Rica), Shirin Ebadi (República Islámica del Irán), José Ramos-Horta (Timor-Leste) y el arzobispo Desmond Tutu (Sudáfrica).

“Este informe detalla crudamente la violencia real que se ejerce contra algunas de las poblaciones más vulnerables del mundo, comprendidos sus niños en edad escolar, y retan a los dirigentes de todos los países, ricos y pobres, a emprender una acción decisiva”, dice el arzobispo Tutu en su colaboración especial para el informe.

De los niños del mundo en edad de ir a la escuela primaria que están sin escolarizar, un 42%, esto es 28 millones, vive en países pobres afectados por conflictos.

En el informe se presentan propuestas detalladas para llevar cabo cambios y reformas para combatir las violaciones de los derechos humanos, revisar las prioridades globales de la ayuda externa, reforzar los derechos de los desplazados internos y prestar más atención a las deficiencias de los sistemas educativos que pueden incrementar los riesgos de conflictos.

En el periodo 1999-2008, 35 países del mundo se vieron afectados por conflictos armados. Los sistemas educativos se hallan en primera línea de esos conflictos, porque los combatientes consideran “legítimo” lanzar ataques contra los edificios de las escuelas, los alumnos y los maestros. En Afganistán, los ataques perpetrados contra centros escolares van en aumento: 347 en 2008 y 613 en 2009, como mímino. Grupos de insurgentes en el noroeste del Pakistán perpretado numerosos ataques contra escuelas femeninas, incluyendo uno en el que 95 niñas resultaron heridas. En el norte del Yemen, 220 escuelas han sido destruidas, dañadas o atacadas durante los combates entre fuerzas gubernamentales y grupos rebeledes entre 2009 y 2010.

En muchos países, las violaciones y otros abusos sexuales se han convertido en armas de guerra. La atmósfera de inseguridad y temor creada por las violencias sexuales hace que muchos niños –y sobre todo niñas– se vean en la imposibilidad de ir a la escuela. Aunque los tribunales internacionales creados a raíz del conflicto en la ex Yugoslavia y del genocidio de Rwanda establecieron inequívocamente que las violaciones y otros abusos sexuales perpetrados en situaciones de conflicto constituyen crímenes de guerra, se sigue recurriendo ampliamente a este tipo de actos como verdaderas armas de guerra.

Se advierte que el mundo no va por buen camino para lograr en 2015 los seis objetivos de la Educación para Todos suscritos por 160 países en Dakar el año 2000. Aunque se han logrado progresos considerables en muchos ámbitos, se distará mucho de alcanzar la mayoría de los objetivos, especialmente en regiones en conflicto.

Un tercio de las víctimas de las violaciones denunciadas en la República Democrática del Congo fueron menores, y un 13% de éstos tenían menos de 10 años. Es muy posible que el número de violaciones perpetradas y no denunciadas en las zonas de conflicto del este del país sea entre diez y veinte veces superior al de las denunciadas. La violencia sexual tiene un impacto devastador en la educación: daña el potencial para aprender de las víctimas, crea un clima de miedo que hace que las niñas se queden en casa y lleva a la ruptura de muchas familias, lo que deja a niñas y niños sin un entorno adecuado para su educación.

El informe exige que se ponga fin a la cultura de impunidad que se da en torno a las violencias de carácter sexual, intensificando la vigilancia de los atentados perpetrados contra los derechos humanos, aplicando con más rigor las normas el derecho internacional vigente y creando una comisión internacional sobre las violaciones y los abusos sexuales que esté respaldada por la Corte Penal Internacional.

“Los niños y los sistemas educativos –dice el director del informe, Kevin Watkins– no sólo quedan atrapados entre los frentes de combate, sino que cada vez más se convierten sistemáticamente en blanco en los conflictos armados. El fracaso de los gobiernos a la hora de defender los derechos humanos es sumamente dañino para los niños, ya que les priva de la única posibilidad que tienen de recibir una educación. Es hora de que la comunidad internacional pida cuentas a quienes perpetran crímenes tan odiosos como las violaciones sistemáticas, y que respalde las resoluciones de las Naciones Unidas con una acción firme y resuelta”.

El informe señala también que los conflictos armados están desviando hacia el gasto en armamento los fondos públicos que podrían emplearse en la educación. Entre los países en desarrollo más pobres del mundo, hay 21 que dedican al presupuesto militar más dinero que a la educación básica. Si todos ellos recortasen el gasto militar en un 10% solamente, podrían escolarizar a 9,5 millones de niños hoy día privados de escuela. El gasto en armamento también merma los recursos que los países donantes podrían destinar al apoyo de la educación en los países pobres. Tan sólo con lo que dedican en seis días los países ricos al gasto militar se podría enjugar el déficit anual de financiación de la Educación para Todos, que se cifra en 16.000 millones de dólares.

Además, las prioridades en materia de seguridad de los países donantes han tenido por resultado que su ayuda se destine prioritariamente a un grupo reducido de Estados, dejando de lado a muchos de los países más pobres del mundo. Así, la ayuda proporcionada al Afganistán para la educación básica se multiplicó por más de cinco en el último lustro, mientras que la dispensada a países como Chad o la República Centroafricana se estancó o aumentó lentamente; y en el caso de Côte d’Ivoire experimentó incluso una disminución.

El informe señala asimismo que el sistema de ayuda humanitaria no está prestando a los niños que viven en países afectados por conflictos los servicios educativos que necesitan y, por eso, pide que ese sistema se revise para dar más importancia a la educación en la ayuda destinada a esos países. La educación apenas representa un 2% del total de la ayuda humanitaria y sólo se satisface una proporción muy reducida de las peticiones de apoyo a los sistemas educativos con los recursos de esta categoría de ayuda. Para enjugar el déficit de financiación de la educación, los recursos de los fondos comunes destinados a la ayuda humanitaria tendrían que incrementarse para alcanzar la suma de 2.000 millones de dólares.

El informe llega a la conclusión de que los donantes de ayuda deben suprimir la línea divisoria artificial entre la ayuda humanitaria y la asistencia para el desarrollo a largo plazo. También preconiza que se canalice una parte más importante de la ayuda al desarrollo por conducto de los fondos comunes por país y que los donantes adopten disposiciones multilaterales para una financiación agrupada, incrementando los recursos de la Iniciativa Vía Rápida (IVR) en pro de la Educación para Todos, una vez que sea reformada, a fin de que ésta disponga de una dotación anual de 6.000 millones de dólares.

Los refugiados y desplazados internos del mundo entero tropiezan con importantes obstáculos para acceder a la educación, según señala el Informe. En los campamentos administrados por Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), la tasa bruta de escolarización en la enseñanza primaria registrada en 2008 en la región de los Estados Árabes se cifró en un 42%, y en la región del Asia Meridional y Occidental solamente ascendió a un 39%.

El informe denuncia también algunas deficiencias en el ámbito de la educación que contribuyen a fomentar conflictos:

• La deficiente formación de la juventud: En muchos países afectados por conflictos, el peso demográfico de la juventud es enorme –las personas menores de 25 años pueden representar hasta más de un 60% de la población– pero los sistemas educativos no dotan a los jóvenes con las competencias necesarias para salir de la pobreza, del desempleo y de una situación desesperanzadora. • El tipo equivocado de educación: La educación tiene un gran potencial para actuar como fuerza de paz, pero con demasiada frecuencia se instrumentaliza para atizar las divisiones sociales, la intolerancia y los prejuicios que conducen a la guerra. En Guatemala, las poblaciones indígenas del país consideraron que la imposición del idioma español en las escuelas fue uno de los instrumentos importantes de un sistema más vasto de discriminación social generalizada. En Colombia, el gobierno es consciente de que el sistema educativo puede contribuir a la creación de una cultura de paz y, por eso, ha adoptado iniciativas encaminadas a resolver el problema de la violencia en el medio escolar, que han tenido resultados positivos.

• El fracaso a la hora de construir la paz. La educación se tiene que integrar en estrategias más vastas encaminadas a fomentar la tolerancia, el respeto mutuo y la capacidad para convivir pacíficamente con los demás. A través del Fondo para la Consolidación de la Paz, se deberían asignar a la educación entre 500 y 1.000 millones de dólares y, al mismo tiempo, se debería encomendar a la UNESCO y el UNICEF que desempeñasen un papel más importante en la consolidación de la paz.

El informe destaca importantes avances conseguidos en la educación desde el año 2000, pero también pone de relieve lo siguiente:

• El número de niños sin escolarizar en 2008 era de 67 millones y está disminuyendo con demasiada lentitud como para alcanzar los objetivos fijados por Educación para Todos en 201

• Son muy numerosos todavía los niños que desertan la escuela antes de finalizar el ciclo de la enseñanza primaria. En el África Subsahariana, el número de niños que abandonan la escuela primaria cada año se cifra en unos 10 millones.

• En el mundo hay unos 796 millones de personas analfabetas, lo que representa aproximadamente un 17% de la población adulta mundial. Dos tercios de esos analfabetos son mujeres.

• De aquí a 2015 será necesario contratar 1,9 millones de maestros suplementarios en todo el mundo para conseguir la universalización de la enseñanza primaria. Más de la mitad de ellos tendrán que ser contratados en los países del África Subsahariana.

Fuente: UNESCO

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